Las Orientaciones fundamentales del ITESO tienen unas coordenadasprecisas que las sitúan en un tiempo y en unas circunstancias concretas. Aunque están enraizadas en un ayer que comenzó con los primeros pro-yectos de fundar el ITESO, se abren hacia un mañana que nos llevará a unesfuerzo de clarificación y de adaptación a las nuevas circunstancias.
Los fundadores del ITESO dejaron testimonio de sus inquietudes:
Tenemos que darnos cuenta que vivimos una cultura deconsumidores. Absorbemos los negocios, las diversiones, laspelículas, los reportajes, etc. No hay una participación activaproductiva, una experiencia común unificadora, una realizaciónsignificativa de respuestas importantes a la vida. Entonces ¿quéesperamos de nuestra generación joven?Para esta empresa es necesario contar con la voluntad de hombresque sientan la necesidad de trascenderse a sí mismos, que sepanelevarse por encima de la pasividad y accidentalidad de suexistencia, hasta la esfera de la iniciativa y la libertad creadora. Crearpresupone actividad y solicitud, presupone amor a lo que se crea.
Desde el principio el ITESO no se contenta con ser un simple conjuntode carreras, ni se interesa solamente en preparar técnicos o profesio-nistas, por cualificados que sean. Por el contrario, el ITESO intenta serante todo una universidad: el lugar en que confluyen todos los miembrosde la comunidad universitaria para la búsqueda de la verdad, para lacreación y transmisión de la cultura y para la aplicación de la verdad
descubierta a formas experimentales de convivencia cada vez máshumanas y más justas.
El ITESO ha tomado tres opciones fundamentales:
Una filosofía educativa específica.
Ahondar en esos objetivos, esforzarse porque su traducción en la vidasea cada vez más plena es tarea común de todos los que formamos estacomunidad universitaria.
Que no quede en un ideal, bello pero irreal, es responsabilidad de
Es un hecho innegable, y uno de los más significativos en la historia del
ITESO, que ya desde el principio los que promovieron su fundación y
desarrollo tenían muy clara la idea de que eran los valores cristianos, losvalores del Evangelio, los que deberían orientar la vida y el trabajo del
ITESO. A lo largo de su historia, el ITESO, en un esfuerzo constante por
superar las propias deficiencias, ha tratado de mantener esa línea y seha empeñado siempre en avanzar en ella.
Como en todo proceso humano hemos avanzado poco a poco en laprogresiva comprensión de lo que significa vivir la doctrina de Cristo ennuestra universidad. Y avanzando en la comprensión hemos avanzadotambién en las realizaciones concretas. El designar al ITESO como unauniversidad de “inspiración cristiana”, anhela ser como signo del empeñocon que queremos vivir ese compromiso evangélico.
1.2.1 El ITESO pretende ser una universidad que no sólo promueve ytrata de vivir en su seno los valores del Evangelio sino que intenta pro-yectarlos hacia la sociedad en que se ubica porque sabe que el Pueblo
de Dios, la iglesia, tiene la misión de comunicarlos a todos los hombres. Esta proyección debe siempre tener en cuenta las circunstancias con-cretas de lugar y tiempo.
1.2.2 Entendemos por inspiración cristiana el proceso orientador quenos mueve a formular nuestros objetivos y métodos fundamentados enla participación de la vida de Cristo. Participar de esa vida que es aper-tura del hombre a Dios que amorosamente se nos revela; del Dios quenos hace llegar su palabra en Jesús y en sus enseñanzas; que nos llamaa compartir su vida; a llegar a Él, a través de la Pascua de Cristo, perdién-donos a nosotros mismos en una entrega al amor y servicio de nuestroshermanos, para así encontrarnos en la participación de su gloria; queprolonga la presencia redentora del Señor en la iglesia, Cuerpo de Cristojerárquicamente constituido; que nos invita a vivir en cada momento, conla gracia de su Espíritu, la esperanza y el compromiso de colaborar enla transformación de este mundo en uno, en que reine la justicia, el amor,la verdad y la paz.
1.2.3 Un cristianismo auténtico no tolera que la universidad se refugieen la suavidad de la fácil especulación académica, sino que la impulsa dela reflexión, al compromiso en la acción, en la acción transformadora deeste mundo en que vivimos, unos cómodamente, otros en las carenciasmás extremas.
1.2.4 Con este horizonte de referencia pensamos que una universidadcomo la nuestra tiene como fin el asegurar de manera institucional unapresencia cristiana en el mundo universitario frente a los problemas ya las posibilidades de nuestra sociedad.
Esta inspiración cristiana, que no es algo puramente individual sino co-munitario, entraña un esfuerzo continuo de reflexión a la luz de la fesobre las adquisiciones incesantes del saber y del vivir humanos. Tal re-flexión ha de traducirse en una vida cada vez más íntegra, que, precisa-mente por serlo, analiza y critica los comportamientos personales, fa-miliares y sociales que o no están de acuerdo con la dignidad de la
persona humana o no la promueven como es debido. Y, no contenta concriticarlos, investiga, elabora y difunde nuevos modelos de comporta-miento personal, familiar y social más acordes con los valores del Evan-gelio.
1.4.1 Para realizar nuestro papel juzgamos indispensable que la univer-sidad mantenga una actitud de apertura respetuosa y crítica frente a lasdistintas ideologías y modos de interpretar la realidad, persuadidos deque más ricos frutos promete el diálogo que la condenación cerradae intransigente. Apertura que no significa la relativización de la verdadni la aceptación de todas las afirmaciones como igualmente válidas, sinoque exige una presentación firme, pero abierta, de nuestras propias con-vicciones.
1.4.2 Estamos seguros de que el testimonio del amor, la fidelidad a laverdad, el respeto a la autonomía de la ciencia, la investigación y la ac-ción comprometida, el diálogo con los otros puntos de vista a un nivelde comprensión y crítica verdaderamente universitario, serán otrastantas invitaciones a escuchar el amor paternal del Dios vivo.
1.4.3 Somos conscientes que las declaraciones anteriores nos compro-meten ante todo a nosotros mismos. Estamos seguros de que debemosesforzarnos en primer lugar por hacer vital en todo nuestro sistema detrabajo y en todas nuestras relaciones dentro y fuera de la universidadesa riqueza evangélica que proclamamos.
1.4.4 Precisamente por profesar y tratar de vivir estos principios, que-remos hacer constar nuestro absoluto respeto por la libertad de con-ciencia de quienes comparten la vida universitaria con nosotros y espe-cialmente respetamos la libertad de cuantos tienen creencias diferentesde las nuestras. Esta actitud ha formado parte de nuestra vida. Pornuestra parte les pedimos a todos el respeto a nuestra posición insti-tucional y a los medios con que tratamos de encarnarla en nuestra vida.
El ITESO, como universidad de inspiración cristiana, debe tener en cuentael bien del Pueblo de Dios, en concreto el bien de la iglesia de Cristo enGuadalajara y en el occidente de la República; el bien de toda nuestrasociedad que, en sus indigentes, nos está invitando y exigiendo trascen-der nuestros intereses. Por eso, al realizar nuestro trabajo universita-rio en un ambiente cada vez más pluralista, nos sentimos en profundacomunión con todos los cristianos y particularmente con la Jerarquía dela diócesis que ha recibido de Cristo la misión de conducir al Pueblo delSeñor en su peregrinación escatológica.
1.6.1 Por esto siempre hemos ofrecido —a través de nuestra partici-pación en la tarea universitaria— nuestra franca colaboración a quienestienen la misión de hacer presente entre nosotros al único Maestro y alúnico Señor. Creemos que compartir nuestra experiencia y aportarnuestra visión crítica de los problemas, constituye una cooperaciónválida al trabajo de todos los cristianos y de la Jerarquía.
1.6.2 Y por eso también hemos recibido con agradecimiento y espe-ramos seguir recibiendo la ayuda que todos aquellos y la jerarquía enconcreto nos brindan. Refiriéndonos en particular a esta última que-remos seguir contando con su fraterno apoyo, con su inspiración y contodo lo valioso que puede aportarnos en el cumplimiento de nuestradifícil tarea. Deseamos sentirnos apoyados con su actitud cristiana derespeto y fidelidad a la verdad, dondequiera que ésta se encuentre,con su actitud de respeto a la autonomía de lo temporal, y, finalmen-te, con su actitud de aliento infatigable que garantice la libertad de in-vestigación y de cátedra.
1.6.3 Al mismo tiempo contamos con ella como guía auténtico queinterviene en cuanto respecta a la reflexión teológica y a la acción pro-piamente pastoral que realizan los jesuitas de esta universidad, trabajosdirectamente vinculados con el anuncio del Evangelio.
1.6.4 En estos campos es necesario avanzar hacia una mayor definicióne incluso a la elaboración de procedimientos que no sólo garanticen sinoque promuevan eficazmente la libertad académica en la misma línea quepresenta el documento “La universidad católica en el mundo de hoy”,aprobado en el II Congreso de Universidades Católicas (Roma, 1972).
1.6.5 En este marco de la inspiración cristiana y de sus implicaciones quehemos intentado describir, habrá que ubicar nuestros principios bási-cos de pedagogía universitaria y nuestra concepción de compromisosocial de la universidad.
Partimos de la certeza de que el hombre es esencialmente capaz desuperarse: de llegar a ser verdadera y auténticamente hombre, creadocomo ha sido a imagen y semejanza de Dios y llamado a ser hijo suyo. De esta certeza arranca nuestra concepción de lo que es para nosotrosla educación en la universidad y que sintéticamente expondremos acontinuación.
Por educación entendemos el proceso por el que la persona humana—física o moral— se supera a sí misma, se autotrasciende cada vezmás.
2.1.1 Hablamos de un proceso: éste arranca de la mera percepción delos sentidos, de los sentimientos o de la imaginación y lleva a la personamisma a preguntarse por su significado, a descubrirlo y a afirmarlo: aconfrontar la verdad de su afirmación con un conjunto de valores antelos que discierne y decide hasta culminar en una acción con que libre yamorosamente se compromete consigo misma y con otros.
2.1.2 No es éste el lugar de desarrollar una filosofía de la educación. Enunciamos simplemente en qué consiste el proceso que se oculta trasel vocablo “educación”. Cada uno de los verbos enunciados arriba son
otros tantos jalones que van marcando el camino en una educación queno puede frenarse nunca.
2.1.3 Referimos este proceso a la persona humana y añadimos física omoral para afirmar nuestra convicción de que este proceso educativoes el que están llamados a vivir el hombre como individuo y el conjun-to de hombres que forman una persona moral: así, afirmamos que nosólo el alumno como individuo, el profesor, el administrador, el conserje,el consejero de una universidad, sino la universidad misma como tal estállamada constantemente a esta autosuperación: no quedarse nunca enmeros sentimientos ni siquiera en meras afirmaciones intelectuales, nien meras deliberaciones sin término: todos hemos de llegar a una ac-ción que mutuamente nos ayudemos en la libertad a ser verdaderamentehumanos, y a hacer de esa acción un nuevo punto de arranque para queel proceso de superación jamás se frene.
2.1.4 Esta superación, esta autotrascendencia no se da solo al ir pasan-do cada persona de uno a otro estadio de ese proceso: se da con mayorriqueza cuando por medio de él, el hombre —y la institución comopersona— se supera y va más allá de sí mismo y se abre a otro: porquetodo ese proceso que culmina con una acción libre y responsable estállamado a relacionar a una persona con otra y hacer que su vida sea cadavez más la vida de los otros.
2.1.5 Por estos pasos se va abriendo el hombre y la institución huma-na a una superación del mundo mismo y a la relación más maravillosa queda sentido a nuestra concepción educativa: a la relación que nos vinculaal Señor que está más allá —y en el corazón— de la creación entera. Deahí la urgencia de encontrar los caminos que nos lleven a todos a una fecada vez más madura y a ser más solidarios, especialmente con losoprimidos. Sólo así daremos una respuesta al Señor que nos interpelacontinuamente.
2.2 ALGUNOS ASPECTOS MÁS CONCRETOS DE LA EDUCACIÓN
2.2.1 Concientización. Es éste un término que sobre todo últimamenteempleamos y promovemos con frecuencia. Esta palabra no hace sino
bautizar este mismo proceso educativo que acabamos de delinear:porque en cada uno de esos pasos la persona humana va tomandoconciencia de sí misma y de sus posibilidades de crecimiento y trans-formación, de amor y relación profunda, en el mundo, frente a la otrapersona y frente a Dios. Este proceso, al rasgar el velo de las aparien-cias, nos lleva a descubrir la realidad del mundo y ponerlo a nuestroservicio; nos da la posibilidad de penetrar el corazón humano, de des-cubrirnos y descubrir al otro como seres que sólo podemos realizar-nos en el amor, en el servicio y en la entrega mutua. Finalmente eso eslo que como cristianos esperamos: que al conocer y amar a Dios caraa cara, lleguemos a conocernos y amarnos como Él mismo nos conocey ama: plenitud de conciencia que nos hará definitivamente semejantesa Dios e hijos suyos.
Si promovemos tanto este proceso y usamos tan a menudo esta pa-
labra es porque creemos que la educación se ha convertido con frecuen-cia en la negación de este proceso reduciéndolo a la simple memoriza-ción de lo que otros pensaron o hicieron, o peor aún, a la simplerepetición mecánica, sin libertad, sin compromiso verdadero, sin amor,de lo que otros hacen o nos dicen que hagamos. Aquí radica una de lasfallas más crueles de nuestras instituciones educativas, políticas, admi-nistrativas, sociales. Mas nosotros, por creer que es posible hoy la edu-cación, deseamos que todos —incluidos nosotros— seamos cada vezmás conscientes —“concientizados” si se quiere— de lo que nos haceser hombres en nuestras mutuas relaciones y en nuestras acciones todas.
2.2.2 Libertad. Es obvio que, si afirmamos como fundamental esta con-cepción de la educación, estamos aceptando que sólo cada uno puedevivir paso a paso ese proceso y que nadie puede vivirlo en su lugar. Hayen todo ese camino una fuerza, un impulso que arranca de Dios mismoque nos creó y nos lleva a Sí. En la posibilidad de autotrascenderse, dedecir sí amorosamente y de probar con acciones ese amor, está lo quellamamos libertad.
Si algo, pues, hemos de propiciar es cuanto nos ayuda a todos a avan-
zar hacia esa afirmación y esa acción, porque la dignidad humana quebuscamos para todos los hombres —los del ITESO y los de fuera de él—
radica en la posibilidad de decir sí con la misma amorosa libertad conque Dios lo dice. Nadie puede decir y vivir esa donación de sí mismosino la persona que se quiere y se sabe libre.
2.2.3 Reglamentos y disciplina. Aunque partimos de la certeza de que eldinamismo impreso en el ser mismo del hombre —manifestación de labondad y la sabiduría de Dios— es el que ha de impulsar antes que nadatodo trabajo educativo, afirmamos con la misma convicción la necesi-dad que todos tenemos de elementos externos que vengan a orientar,propiciar y evaluar el proceso de autosuperación: porque experimen-tamos en nosotros mismos las limitaciones propias del egoísmo, lapereza, la ignorancia, y porque sabemos que no podremos relacionar-nos plenamente unos con otros —y con Dios— sin descubrir y valoraren cada momento los mecanismos y procedimientos de nuestras mu-tuas relaciones.
Por eso creemos necesario el lograr explicitar cada vez más el con-
junto de normas y procedimientos que ayudan a realizar el procesoeducativo en que confiamos y que hemos experimentado como válido.
Al mismo tiempo consideramos que toda norma de procedimien-
to y todo mecanismo disciplinar deben ser susceptibles de adaptacio-nes y renovaciones constantes; lo contrario sería caer hoy en las dicta-duras educativas que rechazamos o —en palabras evangélicas—subordinar permanentemente el hombre a la ley y no la ley al hombre.
Toca a la autoridad competente, asesorada y ayudada por los miem-
bros de la comunidad universitaria, establecer las necesarias normas yreglamentos, y discernir y decidir las adaptaciones convenientes segúnlas circunstancias de personas, tiempos y lugares.
Relacionamos con esta concepción de reglas y estatutos uno de los
aspectos de la autonomía universitaria: porque ésta consiste en la capa-cidad de la universidad de darse por sí misma sus propias leyes sin quele sean impuestas de fuera negando el proceso de autoaceptación yautosuperación, que postulamos como principio básico de la pedago-gía universitaria.
Es claro que esta capacidad de darse las ordenaciones raciona-
les que puedan conducir a la comunidad universitaria a su finalidad co-
mún no significa una independencia absoluta sino que debe inspirar-se y apoyarse en todo aquel conjunto de ordenamientos, igualmen-te legítimos, de la gran sociedad (civil, eclesial, latinoamericana) enque está integrada.
También es muy necesario tener en cuenta que en el proceso de
autosuperación de la universidad como en cualquier otro proceso, noes posible salvar etapas sin poner en peligro la universidad misma. Cadaetapa, realizada con madurez implica una nueva maduración, y cada nuevamaduración hace posible la siguiente etapa.
2.2.4 Participación y diálogo. Casi parecerá redundancia hablar de estepunto que es consecuencia espontánea de un proceso educativo comoel nuestro. Porque no existirá la educación que hemos aceptado promo-ver si cada miembro de la comunidad universitaria y la universidad enpleno no toma parte en este proceso. Y habremos negado uno de losprocederes valorados y experimentados hoy como más fecundos, si enteoría y sobre todo en la práctica, nos cerramos al diálogo. Diálogo que,en la afirmación de lo que se es, permite definitivamente el dejarse in-fluir por lo que son los demás e intenta influir en ellos a fin de atinar conel mejor camino hacia la Verdad y el Bien.
No debe, pues, pensarse que se hace una graciosa concesión cuando
se acepta que los miembros de una institución educativa como la quequeremos en el ITESO, tomen parte activa de las decisiones, en la orien-tación, en la realización, en la evaluación de la vida toda de la institución.
Es este un punto muy importante y de enormes consecuencias en
la concepción misma de la organización que —como mecanismo dedisciplina y procedimientos— debe ayudar a propiciar esta participacióny este diálogo. Sólo así tendremos en la estructuración misma de launiversidad un pre–esquema de la sociedad que anhelamos crear entrenosotros y proponer como válida para nuestro país entero.
Igualmente importante y rico en aplicaciones es este punto cuando
hablamos de un diálogo que no puede quedarse entre los componen-tes de nuestra institución, ni está destinado simplemente a resolver losproblemas que creamos por estar juntos: nuestro diálogo —y nuestrodeseo de mutua influencia— tiene que abrirse aun a aquellos y con aque-
llos que no comparten nuestra fe ni nuestra posición doctrinal o ideo-lógica: sin eso, la universidad de inspiración cristiana que afirmamosquerer ser, se habría cerrado y encerrado en sí misma de la forma másdolorosa, porque habría cortado el camino para llevar a otros la espe-ranza de que es depositaria y de compartir de veras los dolores ajenos.
2.2.5 Selección de carreras. Puesto que todo el proceso educativo de loshombres que forman el ITESO —y del ITESO mismo como persona mo-ral— consisten en la autosuperación, su punto de referencia no puedeser puramente ad intra; mientras más se abra a otros, más será lo quedesea ser.
Este principio tiene inmediata aplicación cuando se trata de des-
cubrir qué carreras concretas ha de hacer suyas cada uno de los alum-nos y profesores de la universidad, y qué servicios debe programar el
ITESO como institución. Ante todo debe conocer las necesidades del me-
dio social del que forma parte y establecer, a la luz de esas necesidades,y de las propias posibilidades —actuales y previsibles— las prioridadesde trabajo.
Y al hablar de necesidades, hemos de ser extraordinariamente hon-
rados para valorar cuáles son las necesidades primarias y reales denuestra sociedad, sin dejarnos condicionar por las necesidades creadasartificialmente por los mecanismos del sistema.
Cuantas veces hemos cuestionado en el ITESO no sólo la orientación
sino la existencia misma de algunas carreras y cuantas veces hemospropuesto nuevos servicios, lo hemos hecho fundados en este criteriode selección.
2.2.6 Metodología escolar. En este punto hemos intentado una renova-ción. Seminarios, experiencias de campo, proyectos, intentos de diálogointerdisciplinar, nuevos mecanismos de evaluación de alumnos y profe-sores en lugar de los acostumbrados exámenes, presentación pública detrabajos, colaboración con universidades de la provincia y de la capital,todas éstas son pistas que con mayor o menor éxito hemos ido propo-niendo en diferentes momentos, con frecuencia en medio de rechazosy de fuertes críticas. Y las hemos propuesto e iniciado conscientes deque nos lanzamos hacia una búsqueda que fácilmente queda expuesta a
críticas y condenas por las equivocaciones ciertamente previsibles entoda renovación.
Al volver la mirada sobre las precedentes consideraciones de pedago-gía universitaria, nos parece encontrarlas completamente acordes conlo que fue la intuición inicial de la que nació el ITESO. Se hablaba enton-ces de “una experiencia común unificadora”, de “formación integral”, de“una realización significativa de respuestas importantes a la vida”. Afir-maciones todas en las que encontramos la semilla fecunda que ha veni-do germinando en la orientación pedagógica de nuestra universidad (Cfr. Documento de la Comisión pro ITESO, abril de 1957).
3.1.1 Otra de las orientaciones importantes en la historia del ITESO,desde su fundación, ha sido la opción por la justicia y el compromisosocial. Ya desde el principio se concibió como una universidad para lapromoción del cambio y mejoramiento social mucho más que como unpuro instituto tecnológico.
3.1.2 Cuando fundado el ITESO, se pidió a la Compañía de Jesús queasumiera la dirección académica, una de las razones que con más fuer-za se esgrimía era la necesidad de una sólida formación social para losalumnos.
3.1.3 Se entendía desde los principios que no podía haber sólida forma-ción integral sin la ayuda de un “crisol que formara el carácter de pro-fesionistas conscientes de su responsabilidad social y no simples mer-cenarios en busca de los 30 denarios”.
3.1.4 Y con dificultad se hallará un documento del ITESO, provenga delos directivos, de las autoridades académicas o de los estudiantes, queno enfatice el compromiso social de nuestra universidad.
3.2.1 El mayor énfasis que se da hoy al compromiso social se debe enprimer lugar a la gravedad de la situación actual y a la urgencia que elproblema manifiesta. Consecuencia también de lo anterior es la concien-cia que el pueblo mexicano ha ido tomando de esta situación. Nos pasaa nosotros lo que a la iglesia misma: quien siga la trayectoria que va dela Encíclica Rerum Novarum de León XIII al Documento sobre la justiciadel Sínodo 71 y la Carta octogésima Adveniens de Paulo VI verá cómo ladoctrina social de la iglesia ha avanzado y se ha desarrollado. Y es que,poco a poco, va tomando conciencia de los complejos problemas so-ciales y cada vez nos insta con más urgencia a afrontar valerosamentela situación presente y a combatir y vencer las injusticias actuales me-diante transformaciones audaces, profundamente innovadoras (Paulo VI,Pop. Prog., núm. 32).
3.2.2 Por otra parte, no hacemos sino tratar de seguir los pasos denuestros obispos que recientemente nos han instado a adoptar —conla fortaleza que nos da la fe— el compromiso social y político que exi-ge la actual situación de México (CEM, El compromiso cristiano, 1973).
3.3.1 Teniendo, pues, como fondo nuestra propia historia, y la historiadel ITESO, entendemos el compromiso social como un compromisoinstitucional y personal de construir una universidad para la justicia; esdecir, que forma profesionistas capaces de colaborar activa y eficazmen-te al cambio social que México necesita con urgencia.
3.3.2 La existencia misma del ITESO carecería de sentido si contribuyeraal mantenimiento del actual sistema social en lugar de contribuir al cam-bio.
3.3.3 En la actualidad no tiene razón de ser una universidad cristiana quese contenta con producir profesionistas que aunque técnicamente ca-paces, no tienen como cristianos una visión humana y verdaderamente
evangélica de lo que debe ser la sociedad y las relaciones entre todoslos hombres.
3.3.4 Injusticia estructural. Nuestro compromiso social se fundamentaen nuestra concepción del hombre. Partiendo de esta base compren-demos que la situación social de México es estructuralmente injusta;es decir, es una situación en la que la injusticia reinante no emana ex-clusivamente de malas voluntades, sino del sistema de relaciones socialespermanentes que se imponen a los hombres, pese a la mejor buenavoluntad que puedan tener.
Es claro que en este documento no juzgamos las actuales estruc-
turas en su aspecto técnico (mecanismos y funcionamiento del sistemadel mercado libre, por ejemplo) sino que nos referimos a algo másprofundo, a los valores que las sustentan y que son —desde nuestropunto de vista— completamente insostenibles: el afán de lucro, el indi-vidualismo, el materialismo.
3.3.5 Cambio de estructuras. En consecuencia pensamos que nuestrotrabajo universitario no debe orientarse a propugnar un cambio socialque consista en promover individualistamente a pocos o a muchos delos actualmente marginados para que lleguen al goce de los beneficiosreales o aparentes del sistema actual; queremos colaborar, a nivel uni-versitario, en la sustitución de las actuales estructuras por otras másacordes con los valores humanos y evangélicos.
Sin pretender agotar el tema afirmamos querer apoyar estructuras
que valoren a la persona por lo que es y no por lo que tiene; que faci-liten la cooperación en lugar de la competencia destructiva; que prefieranel servicio a la apropiación; que tiendan a la promoción solidaria y ver-daderamente humana de todos y cada uno en lugar de la promoción in-dividualista, y finalmente que vayan haciendo realidad la participaciónresponsable de todos en los bienes y en las decisiones de orden políti-co y económico de forma que se vayan desterrando la gestión dictato-rial y la paternalista.
3.3.6 Función de la universidad. Creemos que en la promoción del cambiosocial la universidad tiene un papel importante que realizar. Ahondando
en su tarea de investigación científica, de análisis objetivo, de ensayo, de
aplicación práctica, debe cooperar activamente en la búsqueda de lasnuevas estructuras y en la elaboración de los mecanismos, técnicas yprocedimientos por los que se puede llegar a ellas. En tal búsqueda—eminentemente política, en cuanto que se orienta al beneficio de lapolis, la ciudad— la universidad debe actuar siempre como tal, y no con-vertirse en sindicato, partido político o grupúsculo revolucionario.
3.4.1 La libertad de la inspiración cristiana no nos permite identificarnuestra fe con ningún sistema social, económico o político aunque sa-bemos que esa fe hemos de vivirla en el contexto de un sistema de untipo o de otro. Por eso entendemos que nuestro carácter cristiano nosobliga a luchar por un orden social que respete y promueva los valoreshumanos y cristianos cada vez con más eficacia. En esta labor estamosseguros que “los éxitos parciales son queridos por Dios [.] y, en lo quetienen de más permanentes, son ya realizaciones adelantadas, aunque noplenas de ese reino que ha venido creciendo misteriosamente entrenosotros” (Pedro Arrupe, Alocución del 1 de agosto de 1973).
3.4.2 Sabemos que los bienes de este mundo están destinados a todoslos hombres y propugnamos porque todos tengan acceso a ellos. Y estose aplica tanto a los bienes materiales como a los culturales y espiritua-les. Por tanto buscaremos los sistemas que, respetando y promovien-do los valores fundamentales del Evangelio, logren realizar mejor eldestino universal de los bienes, y el acceso de todos los hombres —enespecial de los más necesitados— a la igualdad y fraternidad en quedeben vivir todos los hijos de Dios.
3.4.3 Precisamente porque no identificamos nuestra fe con ningún sis-tema social no podemos permitir que se instrumentalice el Evangelio deJesucristo para mantener éste u otro sistema.
Nuestra obligación de colaborar universitariamente al cambio de orga-nización social no podemos cumplirla limitándonos a enseñar doctrinao a analizar realidades sociales; debemos además cooperar a que todos—estudiantes, profesores, autoridades— conozcamos experimental-mente la injusticia que padece la mayoría de nuestros compatriotas, quepercibamos su carácter estructural y que intentemos hallar lo más cien-tíficamente posible caminos de solución.
3.5.1 Opinión pública. Por eso consideramos deber nuestro colaboraren la formación de una opinión pública que, yendo más allá de intereseseconómicos, sea capaz de escuchar la denuncia de la injusticia. En con-secuencia, cuando el análisis cuidadoso de las circunstancias nos mues-tre que la prudente denuncia puede ser fructuosa, estamos obligados adenunciar; no podemos guardar silencio y convertirnos en cómplices dela opresión. Al decir todo eso entendemos que el compromiso en lapropia vida debe ser el respaldo auténtico de la denuncia (CEM, El com-promiso cristiano, núm. 127.135).
El motivo para dicha denuncia no será nunca apoyar o combatir a
un determinado sistema social o a otro, sino solidarizarnos con los queson víctimas de la injusticia y ofrecerles nuestra ayuda fraternal. Asícontribuiremos a que tengan voz los que no son capaces de hacerse oír. No hacerlo sería traicionar una de las exigencias del espíritu evangélico.
3.5.2 La violencia. Para lograr una organización social más justa no acep-taremos el camino de la violencia; ya que nos parece contradictorio eltratar de implantar unos valores por medio de acciones inspiradas porvalores opuestos. Igualmente rechazamos la violencia como medio paramantener el actual sistema social. Y puesto que, para acabar con la violen-cia que de hecho existe en nuestras sociedades, el único medio es ata-car el mal en su raíz y no en sus síntomas, debemos adoptar, antes deque sea demasiado tarde, no sólo una actitud de espíritu, sino tambiénlos medios conducentes que vayan haciendo desaparecer toda violen-cia económica, verbal, física y social.
3.6 LA CONVERSIÓN: CONDICIÓN INDISPENSABLE PARA EL CAMBIO
3.6.1 No bastan nuevas estructuras económicas, sociales y políticaspara instaurar la sociedad justa que permita a cada hombre el logro desu vocación humana trascendente; pero mientras las actuales estructu-ras obstaculizan la práctica de la justicia y de la caridad, otras estruc-turas pueden facilitarlas.
3.6.2 Sabemos igualmente que las estructuras más justas que el hom-bre pueda crear no darán a luz al “hombre nuevo”, sino que éste seráfruto de la conversión a la que Dios invita a cada hombre mediante sugracia. Es decir, conversión personal continua y acción transformadorade las estructuras son dos condiciones inseparables de un cambio quenos lleve a una mejor realización del Reino que pedimos venga a noso-tros.
3.6.3 Esto significa que nuestro compromiso social está indisolu-blemente ligado con nuestra fe cristiana. Ya que, como lo enseñó elSínodo de Obispos reunidos en Roma a fines de 1971, la predicación delEvangelio y la acción en favor de la justicia son inseparables (Justicia y paz,núm. 6, CEM, El compromiso cristiano, núm. 40).
3.6.4 En consecuencia, la universidad de inspiración cristiana, ademásdel anuncio de la Buena Nueva —que debe resonar en todo su ser—ha de comprometerse en la investigación científica de nuevas opcionesen las que el hombre pueda realizar más fácilmente su vocación huma-na y cristiana.
Porque hemos recibido la gracia de la fe, nos duele en lo más hondo quela frecuente práctica religiosa de muchos mexicanos, lejos de pro-yectarse en la actividad cotidiana, familiar, económica, profesional, cul-tural, política y recreativa, se traduzca en una vida que llega a constituirun contratestimonio religioso ante los indiferentes, alejados o no creyen-tes, al grado de promover, en parte, el mismo ateísmo (Carta pastoraldel Episcopado Mexicano, 1968, núm. 17.3).
Queremos recalcar que el cambio social por el que propugnamos,además de exigir gran esfuerzo, no es económica ni socialmente neutropara quienes estamos ahora en situación de privilegio. En efecto, elcambio hacia nuevas y más justas formas de organización social requieredel esfuerzo de todos, esfuerzo que es doloroso e implica en muchasocasiones renuncias económicas, de prestigio y de posición social. Talcambio sólo es posible en la fuerza de la fe, que se vive en la negaciónde sí mismo, injertándose en Cristo que se anonadó a Sí mismo hechoobediente hasta la muerte de la cruz.
Tarea a todas luces difícil. Para realizarla se requiere la participación adiferentes niveles y el compromiso, que esperamos sea cada vez másampliamente asumido por todos los miembros de la comunidad univer-sitaria: directores, maestros, alumnos, personal administrativo y deservicio. Sólo en la medida en que intentemos vivir lo que proclamamospodremos cooperar al desarrollo del ITESO como universidad de inspi-ración cristiana que asume como tarea la de realizar en este mundo unasociedad inspirada en los valores que Él nos vino a mostrar.
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