INTERVENCIONES DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, JOSÉ MARÍA AZNAR, EN EL PROGRAMA 24 HORAS EN LA MONCLOA, DE TVE
P.- ¿Ha realizado usted la política que pensaba, que quería hacer, cuando soñaba o anhelaba ser Presidente del Gobierno?
Presidente.- Esencialmente, sí. Aquí uno hace lo que puede, ¿sabe usted?. Ahora, que no nos escucha nadie, le diría. Pero, esencialmente, sí, sí. Esencialmente, la idea de España, el proyecto de la España plural que yo tenía, la idea de renovar la vida política española, la idea de modernizar el país, de hacer las reformas necesarias para que nuestro país sea más fuerte, compita más, haya más prosperidad, o la idea del bienestar social; todas esas ideas las he procurado llevar adelante.
Yo creo que se han llevado adelante con razonable éxito, porque la economía española va muy bien, el camino hacia la Unión Monetaria es seguro, se ha firmado un acuerdo de pensiones, se ha firmado un acuerdo de empleo, se ha dado un estilo político nuevo; es decir, se ha renovado ampliamente la vida política del país dentro de un ambiente de estabilidad, de tranquilidad, de normalidad, lo cual siempre es muy bueno.
Por lo tanto, estoy bastante contento, bastante satisfecho, de cómo van las cosas hasta ahora.
P.- ¿Cree usted que se comprende bien su política porque las encuestas no le eran suficientemente favorables, por lo menos las últimas que se ha conocido?
Presidente.- En la política pasa un poco como en el tiempo. Hay políticas que consisten en un torrente o en una inundación y, entonces, tienen sus efectos pero también tienen sus causas, sus daños; y hay políticas que caen un poco como la lluvia mansa, suave, y son las políticas que realmente calan y producen los cambios y las transformaciones importantes.
El hecho de que se haya producido, después de catorce años, la alternancia en España con plena normalidad; el hecho de que se haya llegado a acuerdos públicos con partidos que apoyan la gobernabilidad en España; el hecho de que estar impulsando una actividad reformista y liberalizadora muy profunda; el hecho de que los elementos esenciales de la cohesión social y de la modernización económica del país vayan para
adelante; el hecho de que se cree empleo, de que haya prosperidad; todos esos son hechos que van progresivamente calando y la gente los irá apreciando.
No siento el agobio. La opinión cambia poco a poco.
P.- ¿No hay problemas con este nuevo sistema de vida para atender la educación de sus hijos?
Presidente.- La verdad es que nuestros hijos, afortunadamente, son bastante estables; son gente tranquila, estable, serena. Están acostumbrados porque hemos ejercido, a lo largo de estos años, la trashumancia con bastante intensidad. Ahora esperamos ya ser más estables, por lo menos en esta casa, durante un tiempo y unos años.
Han llevado muy bien todos los cambios; los cambios de casa, los cambios de ciudad, los cambios de colegio, los han llevado muy bien. Yo creo que están acostumbrados y, en este momento, yo creo que hay una normalidad plena en sus vidas, afortunadamente.
P.- Usted, señor Presidente, ¿intenta dejar, cuando vuelve a casa, los asuntos del trabajo o se los trae también para casa?
Presidente.- Yo, si puedo, cuelgo la chaqueta ahí, en el perchero, y me cambio, o me cambio la gorra, como usted quiera; si puedo.
Es muy difícil. Lo que pasa es que siempre tienes un rato para eso y, como yo siempre he procurado conseguirlo a lo largo de mi vida, también ahora lo tengo y procuro tenerlo.
Yo procuro que toda la familia, en la medida de lo posible, nos reunamos por la noche un rato, y, luego, yo sigo trabajando. Pero hay un rato en el que procuramos estar siempre juntos; si no hay viajes o no hay algún acto oficial, siempre hay un rato en el que procuramos estar todos siempre juntos. Lo hemos hecho siempre y ahora seguimos haciéndolo.
P.- Nosotros hemos podido comprobar, en rodajes que hemos hecho esta mañana, que el señor Aznar es un hombre tranquilo. Los observadores políticos, los analistas, dicen que es un hombre tranquilo, pero firme en las decisiones. ¿Es así en casa también?
Sra. Botella.- Es firme, sí, sí; es firme en las decisiones.
Presidente.- Aquí no tomo ninguna, la verdad.
P.- ¿La mujer de un Presidente puede colaborar en la labor del Presidente del Gobierno?
Sra. Botella.- Yo creo que en la vida siempre se puede colaborar en todo. Hay cosas en las que se colabora, cosas que se ven y cosas que no se ven.
Además, al final hay cosas que se reparten y hay cosas. Evidentemente, yo he tenido que ocuparme de muchas cosas de mi familia y de mis hijos sola, que si hubiera tenido un marido menos ocupado, a lo mejor, hubiera tenido más participación en algunas cosas y yo hubiera podido dedicar más parte de mi tiempo a otras. Pero eso lo he cogido así porque he querido y lo volvería a hacer.
Presidente.- No le dé usted pie a que se meta conmigo, que se mete, ¿eh?
P.- Le iba a decir que, además, tiene mejor prensa que usted o, por lo menos, eso he podido detectar yo. Eso le producirá una envidia, señor Aznar.
Presidente.- Es normal, ¿no? Yo me alegro muchísimo, además. Yo estaría absolutamente fuera de la realidad si pensase o aspirase a tener una prensa similar a la de Ana; no, en absoluto.
P.- Usted, señor Presidente, ¿tiene tiempo para ver a sus amigos, ir al cine?
Presidente.- No se pueden pedir las cosas. Yo no me quejo, no me quejo de nada; nunca me he quejado de nada. Yo tengo que decir que, afortunadamente para mí, y doy gracias por eso, la vida me ha ido muy bien; es decir, no tengo derecho a quejarme de la vida. En este momento, estoy aquí por decisión de los españoles pero voluntariamente; es decir, nadie me ha obligado a estar aquí. Por lo tanto, no me quejo.
Este trabajo mío tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Hay que procurar, como en todo, ver las cosas con optimismo, ver las cosas con tranquilidad y apostar más por las ventajas. Ahora, si me dice usted "¿tengo las mismas facilidades que tiene cualquier persona para salir normalmente", pues no puedo salir normalmente. ¿Puedo pasar desapercibido? No. ¿Puedo pasar un día normal? No. ¿Puedo dejar normalmente la gorra del trabajo? No. Pero son cosas que, evidentemente.
Presidente.- Son gajes del oficio que entran dentro de lo que es este oficio, que a veces tiene momentos muy duros y a veces, afortunadamente, tiene también momentos buenos.
P.- ¿Han vivido momentos difíciles en este año?
Presidente.- Sí, sí; aquí se viven, muchas veces, momentos difíciles. Como suele ocurrir normalmente, los momentos más duros, más intensos, son exactamente los que no se ven, los que quedan para uno. Los que quedan, digamos, de puertas para dentro, ésos son los peores, son los más duros. Probablemente, los que, paradójicamente, aparecen con más aparatosidad ante la opinión pública o en medios de comunicación, a lo mejor, ésos no son tan duros; pero hay momentos, sin duda, muy duros.
Lo que decía Unamuno, lo que llamaba la "intrahistoria", ahora que estamos cerca del 98. Ese momento es el momento de la "intrahistoria", que es un concepto personal muy importante, pero que también tiene su efecto en lo que es el ejercicio de la tarea de la Presidencia del Gobierno.
P.- Señor Presidente, de vuelta a casa después de una jornada supongo que agotadora.
Presidente.- Como todas. Lo que pasa es que aquí, cuando trabajas doce horas, te parece poco. Y todavía quedan.
P.- ¿Cuánto tiempo tiene usted pensado permanecer en La Moncloa?
Presidente.- El que quieran los españoles, siempre.
P.- Pero no le gustaría permanecer más de dos legislaturas.
Presidente.- Si los españoles quieren, yo estaría aquí no más de ocho años; el tiempo, por decirlo de esa manera, de dos legislaturas completas, pero no más de ocho años.
Yo creo que, para desarrollar, en términos democráticos, un proyecto de España, de futuro; para que España entre con firmeza, con prosperidad, con seguridad, en el siglo XXI, ocho años son suficientes. Luego, se queda uno a disposición del país y de los españoles para lo que quieran.
España es un país que siempre en la Historia ha tenido tentaciones caudillistas, también en los momentos democráticos, y yo quiero alejarme de eso. Por ejemplo, al frente de mi partido, llevaré transcurridos ocho años; quince años ya son muchos. Y al frente del Gobierno ocho años ya está bien.
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